La Maca decidió comprarse un Iphone acá en China. El precio no era ni comparable con el que tienen estos chiches en Chile (aunque igual era importante) y tras ver todas las maravillas que podía hacer el aparatito que ya se había comprado una amiga, decidió que era buen momento de hacerlo. La acompañé yo entonces al mall de los teléfonos: un lugar enorme donde habían cientos de mini-puestitos que representaban, cada uno, una tienda distinta. La transacción la hicimos en la tiendita de una china muy amable que trabajaba con su pololo y que hablaba muy buen inglés (el pololo, que era el que mandaba, no hablaba ni una gota). Comprado el aparatito entonces, nos fuimos a la casa, y se dedicó la Maca a meterse a Internet y bajarle todas las respectivas aplicaciones al bicho este. Pero cuando no tenía más de tres días de antigüedad pasó algo: lo enchufamos al computador y éste nos pidió si queríamos actualizar el software del teléfono, a lo que inocentemente dijimos que sí. Error: luego de instalarse el software el celular se bloqueó y no quiso seguir funcionando, así que decidimos en el acto ir a la tienda que nos lo vendió para que lo arreglaran. A continuación voy a contar los detalles de esa Odisea por la que tuvimos que pasar, y aunque pueda parecer tedioso (sólo imagínense el tedio nuestro) es importante para entender cómo piensan los chinos y por qué diablos somos tan diferentes a ellos.
Día 1:
8 P.M.
Llegamos a la tienda que nos vendió el Iphone a explicar la situación. Nuestro objetivo era, o bien, que lo arreglaran, o que nos dieran uno nuevo o que, por último, nos devolvieran la plata. Le explicamos a la chinita que hablaba inglés lo que había pasado y ella, con toda amabilidad, nos acompañó a otra tienda en la que lo vieron. Luego de unos minutos nos dijeron: para arreglarlo tendrían que pagar 300 yuanes (unas 22 o 24 lucas chilenas).
-Perdón, no están entendiendo -respondimos amablamente- no vamos a pagar nada para que lo arreglen, ustedes fueron los que no nos dijeron que el celular no se podía actualizar.
-Lo siento, tienen que pagar -respondió ella-.
Ante eso le sacamos un kilo de argumentos: -a ver, el celular es original, y lo vendes con garantía, le pirateas el software sin que nosotros sepamos y después se bloquea, ¿tú me dices que no lo vas a arreglar?
Ante estos argumentos ella no respondió, y la conversación subió de tono: -Me lo arreglas ya! -Le dijimos-. Ya! Ella estaba callada. -¿No tienes nada que decir? Lo arreglas ahora y gratis! Es tú culpa lo que pasó!
Luego llegó su pololo a ver que pasaba y nos miró con cara de: “no hay nada que pueda hacer”. Ahí la discusión subió de tono, llegando incluso a los empujones: es que me lo pagas – es que no – es que me lo arreglas – no es problema mío. Ante tantos gritos, un círculo de mirones se acercó. Entre ellos por suerte venía un gringo que hablaba bien chino y actuó como mediador. Entre otras cosas, nos explicó que los Iphone no tenían contratos con compañías chinas y que, por lo tanto, acá hackeaban el software para poder ocupar el Iphone como teléfono. Pero cuando uno actualizaba el software, no sólo se perdía el hackeo sino que además, el aparato se bloqueaba y para arreglarlo había que cambiarle la placa madre o, en otras palabras, “dentrar a picar”. Gracias a la mediación del gringo entonces, ellos se comprometieron a hacer algo cuando los visitaramos al día siguiente. Estuvimos una hora exacta reclamando esa noche y todavía faltaba un día casi entero de alegatos.
Pero antes de pasar a esa jornada maratónica, conviene analizar un poco lo que pasó. A mi entender, hubo un choque cultural básico en la escena anterior.
Ocurre que los occidentales argumentan, los Chinos no. Según Fung Yan y otros, esto tiene un origen geográfico. Pues mientras Grecia (cuna de la cultura occidental) era un país básicamente marítimo y comercial, la antigua China era mediterránea y agrícola. Esto tiene como consecuencia que en Grecia era común tener que negociar con personas que culturalmente estaban muy lejanos. Un mercader ateniense tenía que vérselas con Fenicios, Egipcios, Persas, Sicilianos, Macedonios, etc. Y todos ellos pensaban y reaccionaban distinto. Por lo tanto, para llegar a ponerse de acuerdo los griegos inventaron la argumentación. Usted respalda su posición y yo respaldo la mía, y el que lo haga mejor se queda con el premio mayor. En China, por su parte, había básicamente agricultores que se las veían con otros agricultores; todos chinos. Lo que primaba entre ellos entonces, era la búsqueda de una vía media para resolver conflictos, pero nadie perdía su tiempo argumentando (por lo mismo, los filósofos chinos no tenían lógica, pues sin argumentación no hay lógica).
Lo que pasó en la tienda entonces, es que mientras nosotros presentamos varios argumentos para respaldar nuestra posición: “el celular es nuevo, tiene garantía, ustedes no nos avisaron sobre la actualización, no teníamos por qué haber sabido eso de antemano, si yo compro algo y ese algo no funciona exijo que me devuelvan la plata, etc”. Ellos se limitaron a decir: “no es problema nuestro”. Ahí no hay argumentos, sólo están estableciendo su posición, y ellos se quedaron esperando que nosotros les dijéramos: "bueno, no te vamos a dar 300 por arreglarlo pero te damos 100". En definitiva, lo que ellos querían no era argumentar, no era inclinarse por una de las posiciones encontradas, sino buscar una vía media para solucionar el conflicto. Por cierto, esa vía media tampoco coincidía con nuestro concepto de justicia y estaba, por lo tanto, destinada a fracasar.
Día 2:
1 P.M: Llegamos nuevamente a la tienda. La chinita buena onda que antes nos trataba también ahora no nos hablaba. No sólo eso, no nos miraba tampoco. En lo que quedaba del día no iba a volver a considerarnos personas existentes porque el día anterior la habíamos retado en un tono alto y, en consecuencia, había perdido la cara. Que un chino pierda la cara significa que ha perdido su honor en una relación con alguien.
Me explico: la ética china mantiene que las emociones no pueden manifestarse efusivamente. Tú no puedes salirte de tu cordura y si alguien lo hace, y por ejemplo, si se enoja y grita efusivamente, significa que ha ocurrido algo muy grave. Cuando eso pasa la persona que ha sido reprendida siente que el vínculo social que mantenía con el otro ya no puede mantenerse y, en consecuencia, deja de relacionarse por completo con él (no sé si indefinidamente o por un tiempo). La "cara" representa un lugar en una red social, y el "perderla" implica no satisfacer las expectativas sociales que se tienen (en este caso, no satisfacer la calidad de vendedora). Nosotros que somos latinos aceptamos los retos y peleas como parte de toda relación, y el honor no es algo que se pierda entre nosotros con tanta facilidad, pero los chinos no pueden salirse de sus casillas (lo que no implica que no puedan ser crueles y autoritarios como a veces lo son, pero siempre manteniendo una expresión facial neutra). En consecuencia, el reto de la noche anterior había significado que ella perdiera la cara, y que no pudiera entonces volver a comunicarse con nosotros.
Por alguna razón, eso sí, su pololo al parecer no había perdido la cara pese a que le habían llegado unos retos más o menos fuertes (quizás porque él no había vendido el celular y no se sentía responsable del problema, no era "su" deber social el que había fallado), y el hecho es que tomó el celular, y se lo pasó a un amigo suyo para que lo arreglara. Su amigo lo enchufó en el computador y tecleó un par de cosas. Luego nos dejó esperando.
2 P.M: Una hora después, el teléfono estaba listo y nos lo pasaron con cara de: con esto ya no pueden alegar. Lo revisamos pero… no tenía señal, ni se conectaba a internet, y ni siquiera reconocía los contactos que había en el chip. En definitiva, se había convertido en un IpodTouch, pero ya no era un teléfono. Volvimos a hablar con el chino de la tienda y nos dijo algo en chino que no entendimos. Luego fue llegando más genta y hablaba en chino. Ninguna posibilidad de entendernos. Al fin, llamé al gringo de la noche anterior, quien me había dado su teléfono y me había dicho que lo llamara en estos casos. El habló con los chinos y me dijo que la situación era la siguiente: ellos nos ofrecían quedarnos con el celular en el estado que estaba, o pagarles 300 yuanes para que lo arreglaran. En definitiva: no habíamos avanzado nada. Pero ellos claramente no sabían con quien se estaban metiendo. Les dijimos que no íbamos a pagar y allí nos quedamos, sin movernos. Tampoco podíamos discutir mucho por el problema idiomático, por lo que más que nada nuestras caras lo decían todo. Finalmente apareció otro chino que hablaba decentemente inglés, y después de negociar durante mucho rato, conseguimos que aceptaran arreglarnos el celular gratis.
3 P.M: Partimos entonces, con otro chino más, a un edificio cercano a arreglar el celular. Había que hacer una cola de 10 minutos sólo para poder tomar el ascensor, y nuestras caras de lata ya no podían ser peores. Al fin llegamos a un sucucho caluroso donde cuatro chinitos se dedicaban a abrir celulares y arreglarlos. Su precisión era increíble. Uno tomó el Iphone, lo abrió y con un mini soplete apuntó a un chip de 1x1 cm. Luego lo sacó y tomó otro chip al que le puso estaño y cosas raras para soldarlo en el punto exacto, con todos los conectores necesarios.
Continuará....