sábado, 26 de junio de 2010

De cuando fui italiano

Antes de seguir con el relato acerca de mi trabajo como "parvulario" me permito contarles lo que hice el fin de semana pasado, cuando me hice pasar por italiano y participé en un pseudo American Idol, todo con el fin de ganar unas muy dignas 80 lucas.

Todo partió cuando Marianna, mi compañera italiana de trabajo, me llamó para preguntarme si me gustaría ir a Nanjing por el fin de semana, hacerme pasar por italiano y ganar 1000 yuanes, u ochenta lucas chilenas. Ningún problema dije, yo, me parace muy buena idea, aunque nunca entendí muy bien de qué se trataba.
Pero al día siguiente estaba en la estación de trenes, esperándola. Cuando por fin llegó me dijo que esperaramos a Giorgio. Yo me imaginé un tano de esos de callulla y solarium, pero llegó un gordito guatón chino que se hacía llamar Giorgio. Además andaba otra china que no hablaba gota de inglés, pero sí de italiano. Resultado: el idioma oficial de la jornada sería italiano, el cual yo no hablaba pero empecé a chamullar en ese mismo instante.

A las dos horas y media ya estábamos en Nanjing, tomamos el metro y llegamos a un instituto de italiano. Se suponía que allí habría un grupo de estudiantes chinos, y yo sería el "honorable profesor italiano" que los entrevistaría en Inglés. Para todos los efectos, yo era Diego Rossi, italiano como las albóndigas y que vivía en Roma, con Vespa y todo. La verdad es que la pega era bastante fácil. Yo y Marianna teníamos una hojita donde había que poner notas según: habilidades lingüísticas (en otras palabras, si sabían o no hablar Inglés); motivación y personalidad. Así que comenzamos con la serie de entrevistas, a estos chinos de 17 o 18 años, a los cuales los otros 5 integrantes de su familia presionaban todo el día para que fueran profesionales (la típica familia china está compuesta de un hijo, dos padres, y cuatro abuelos. Los cuatro adultos se dedican, básicamente, a molestar al hijo). Con toda esta presión, todos los chinos e habían aprendido un discurso que era algo así como: Dear honorable teacher, thank you for giving me this unique opportunity to study in Italy, my name is Quao Yong and my family is hoping that I can study and find a better future. Muy bien decía yo... estos chinitos se manejan. Pero cuando le preguntaba why do you want to go to Italy? miraban al piso, y respondían en Chino. Vale decir, no sabían nada más que el chorizo que habían dicho. Pero ahí pasaba lo más gracioso: sacaban sus talentos.

Muchos de estos niños querían estudiar arte. Por lo que no era extraño que sacaran un block con sus pinturas. Eso sí, eran todas calcadas. Cada uno de los artistas había hecho dos o tres retratos a lapiz a mina, muy detallados y cuidadosos, de su padre y su abuelo. Y dos pinturas a óleo de naturaleza muerta. Con: dos cebollas, una botella y un paño. No había más que eso, era todo lo que sabían pintar. Pero además de los pintores otros que no pintaban, para no ser menos sacaban sus talentos. Así, tuve que mamarme un par de cancioncillas de estilo Pudahuel es mi Radio pero en Chino, algo completamente espeluznante. Pero además, una gordita se las mandó. Sacó su celular y puso una cancion popera como de tagadá, y se puso a bailar en un estilo Mecano, o Yingo. Moviendo los rollitos de una manera que dificilmente me permitía aguantar la risa. Si lo hubiese grabado y subido a Youtube, estaríamos hablando del nuevo fenómeno Edgar.

Así, luego de terminadas las entrevistas en las que las notas no estuvieron muy buenas, podíamos irnos a comer en un buen restaurant pagado por los chinos, y luego al hotel. Pero antes de eso, algo pasaría. Cuando estábamos saliendo del instituto y parecía que mi papel de Diego Rossi había andado a la perfección, llegó un chinito y en perfecto italiano nos preguntó cómo nos llamábamos y de donde éramos. El trabajaba en el instituto, así que en caso de que supiera que yo no era un profesor italiano, sino un chanta chileno, podría haberme visto en graves problemas. Mientras me metían conversa en italiano, yo me sentía como en la escena de "Bastardos sin Gloria" en el bar subterráneo. Por suerte el chinito (que a todo esto era lo más maricón que he visto desde Gonzalo Cáceres) no me pesco mucho y habló con Marianna. Yo me digné a decirle: Buongiorno. Io soy Diego di Roma. Grazie. Ciao. Salvé por suerte, ya que el chinito no me pescó más.

Luego de eso fuimas a pasear algo por Nanjing, después al hotel y al otro día a entrevistar de nuevo en la Universidad de Nanjing. Durante todo el fin de semana me las tuve que arreglar para hablar italiano. Nada de mal considerando que no hablo italiano.

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