4 P.M: Partimos de nuevo abajo donde nos configuraron el celular nuevamente: 20 minutos de espera. Los vendedores originales brillaban por su ausencia. Al final el celular estaba listo. Lo analizamos y todo parecía bien pero cuando creíamos que la historia se terminaba, nos dimos cuenta de que faltaba algo: el celular ya no tenía wi- fi. Nada grave, dirán algunos, pero si te compras un iphone, lo mínimo es que venga con todo lo que promete, si no es un verdadero fiasco. Volvimos a llamar entonces a nuestro amigo el vendedor para ver que podíamos hacer. Como se presume, otra batalla campal se venía. Gracias a un improvisado intérprete pudimos ir subiendo el tono de la conversación paulatinamente.
-Esto no tiene WI FI
-No es problema mío
-Pero si tú nos lo vendiste.
- Bueno, paguen y se los arreglo.
-No te vamos a pagar nada ¿que no entiendes?
Bueno, para que seguir, los minutos pasaban y él seguía sin querer responder. Pero al final parece que se cansó y nos dijo: bueno, vayan de nuevo a arreglarlo y no tienen que pagar.
5 P.M: Vuelta al edificio donde arreglaban. Vuelta a hacer cola en el ascensor. A esas alturas la cabeza ya nos dolía. Llegamos al fin a la oficina de arreglamiento de celulares, y esperamos 15 minutos más a que nos arreglaran el nuestro. El mismo chino con físico de alfeñique tomó el celular -en esa oficina enana donde emanaban vapores tóxicos- y procedió a abrirlo y nuevamente cambiarle el chip.
6 P.M: Vuelta a la tienda de abajo y vuelta a configurar. EL celular seguía sin WI FI. Y ¿ahora qué? Fuimos a buscar a nuestro amigo el vendedor, y el con mucha soltura de cuerpo nos dice: bueno, quédense con el celular son Wi Fi, o devuélvanmelo y yo los pago la mitad de la plata. Para que repetir otra pelea como las anteriores, era como hablar con una pared. La racionalidad se había mandado a cambiar y este tipo era totalmente incomprensible.
Pero por suerte nosotros atinamos a hacer algo. Fuimos a buscar al supervisor del Mall (cosa que debimos hacer mucho antes) y hablamos con él pidiéndolo que intercediera por nosotros para que nos devolvieran la plata. Al principio se mostró un poco negativo, pero con el tiempo la cosa se fue arreglando. Pero seguía siendo chino, y como veíamos, los chinos no argumentan sino que buscan puntos medios. Y él nos ofreció que devolviéramos el celular a cambio de, no la mitad, sino tres cuartos del precio. No, por supuesto, fue la respuesta. Luego fue subiendo el monto que él conseguía negociar hasta que, finalmente, llegó al precio pagado y devolvimos el celular. La operación había terminado al fin. Eran las 7:15 P.M.
Algunas preguntas surgen de todo esto. Primero: ¿si a la larga nos iban a devolver la plata, por qué esperar tanto rato y discusión para hacerlo? La respuesta: porque en china las cosas se hacen periférica, no directamente. En occidente tendemos a fijarnos objetivos y metas. Hay algo que queremos conseguir, y vamos a él. Yo quiero comprar una bicicleta y tu vendes una, la vemos, negociamos el precio y ya está, para qué perder más tiempo. Pero los chinos no van al grano, ellos analizan todas las situaciones de manera contextual y por eso deben dar grandes rodeos antes de hacer cualquier cosa. Así, si yo quiero comprarte algo debo saber quien eres y por qué, y debo establecer una relación social contigo. El mundo chino está compuesto de relaciones entre objetos o sujetos, más que de sujetos y objetos. En concreto: en cualquier negocio viene primero la relación entre nosotros y después, sólo después viene el objeto. Es por eso que un chino no te va a tirar su mejor oferta dentro de los primeros 5 ni 15 minutos. En muchas ocasiones debes hacerte su amigo, emborracharte con él y él recién ahí te dará un buen precio. Y en este caso… su percepción de nosotros era negativa. Nosotros cometimos el error de entrar con demasiada violencia a pedir lo que creíamos justo. Pero ante eso el chino piensa: ¿y éstos quienes son? Alguien con más experiencia pudo haber reducido la odisea desde 8 a 1 hora, y eso se logra con guanxi. EL guanxi es la apreciación social que se tiene por un individuo, y que le permite la realización de favores y un cierto margen de negociación.
Por ejemplo, en mi jardín trabajo yo y otro profesor gringo. El gringo lleva menos tiempo que yo, no ha ido a reuniones ni convivencias con los otros profesores (como yo) y su clases no son, al parecer, tan buenas como las mías. Así cuando él falto por estar enfermo le pidieron certificados médicos (él no tiene guanxi) pero cuando yo falté por estar enfermo no hubo drama, e incluso me dijeron que podía pedir permisos para salir de vacaciones cuando yo quisieria (poque yo sí tengo guanxi). En conclusión, las reglas no son parejas, sino que cambian cuando hay guanxi.
En el caso del celular, nosotros no construimos guanxi, no construimos confianza, no rodeamos la situación sino que fuimos al ataque de forma directa. Y eso provocó desconfianza y pocas ganas de colaborar. Porque en china, para bien y para mal, siempre hay que rodear a la presa, nunca atacarla de frente.
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