El viaje de Bangkok a Siem Reap, en Cambodia, es famoso. Famoso por sus estafas. Se ha sabido de gente que queda botada en la frontera, o que los hacen pasar por una frontera falsa sólo para sacarles plata, de gente que paga buses con aire acondicionado y lo mandan en la parte de atrás de una camioneta, o de gente que al llegar a buscar su bus en el lado camboyano sólo encuentra taxistas coludidos que cobran un precio infladísimo por un trayecto que no es muy largo. Y lo peor es que pagar más no significa necesariamente ahorrarse estos problemas. Porque son justamente las agencias turísticas establecidas en el barrio de Kaosan las que hacen estas gracias.
Por lo mismo, y luego de hacer algunas averiguaciones decidimos que lo mejor era viajar independientemente. Pero esto no sería fácil, y la gente tratando de engañarnos no se aburriría de aparecerse hasta el final.
Primera etapa; lograr llegar al terminal de buses sin que nos estafaran: para ello fue necesario parar a unos 10 taxis, hasta que uno accedió a llevarnos por el precio que nosotros sabíamos (por la distancia en el mapa) que debía costar el viaje.
Segunda etapa; tomar un bus hasta la ciudad fronteriza: para eso hubo que ignorar los cientos de “hello, where you go?” hasta llegar a una oficina de buses, e insistir que nos cobrara el valor que salía escrito en un cartel y no más. A continuación tomamos un bus que 5 horas después nos depositaba en Aranyaprathet...(no se que más, nombre eterno) en donde varios tuk tuk nos esperaban para llevarnos a la frontera.
Tercera etapa; llegar a la frontera: para lo cual contratamos un tuk tuk que tras mucho regateo, accedió al precio que le pedíamos. Luego el tuk tuk enfiló hacia la frontera, pero antes de llegar a ella se detuvo en una oficina con una gran bandera de Cambodia que decía: Cambodian visa. Afuera, un hombre de terno y corbata muy sonriente nos esperaba. Cómo sabíamos que esto era otra estafa (porque la visa se sacaba en la frontera) le dijimos al tuk tuk que siguiera.
Cuarta etapa; atravesar la frontera: En teoría algo fácil, pero no tanto. Fue necesario ignorar a varios personajes que se acercaban ofreciendo cosas tránsfugas, además de pagar por la visa los 20 dólares que anunciaba un letrero. Eso a pesar de que la policía insistió en que correspondía pagar más plata (para embolsársela, claro).
Quinta etapa; llegar de la frontera a Siem Reap: viaje que hicimos en una van que se suponía era el “bus público” aunque en ella no iba ningún local. Luego supimos que había otro bus un poco más barato, aunque ya era tarde para tomarlo.
Sexta etapa; llegar al centro de Siem Reap: La van nos dejó en las afueras de la ciudad, donde un tuk tuk nos recogió y llevó “milagrosamente” a un hostal bastante lejos del centro. Cuando le insistimos que no queríamos ese hostal, sino que queríamos ir al centro, nos llevó más lejos aún, a un peladero en medio de la nada donde nos dejó botados insistiéndonos que estábamos en el centro! Y cuando le dijimos que era un mentiroso se hizo la víctima diciendo que éramos desconfiados y el sólo quería ayudarnos. Impresionante.
Séptima etapa; encontrar hostal: luego de caminar 2 kms. logramos llegar al centro de la ciudad, donde tras media hora encontramos algo barato y dormible.