domingo, 9 de enero de 2011

Día 36, 27 de Diciembre: Tacos, visas y templos.

Cruzando el río.
A los pies de Buda



La idea era salir temprano a la embajada de Vietnam, para poder entrar luego a ese país sin tener problemas. Este trámite tuvo que hacerse a esta altura porque los días anteriores habían caído en fin de semana, y la embajada estaba cerrada. Y pese a que logramos que un taxista no nos estafara con el precio (cosa ya difícil) los vietnamitas se encargaron de arruinar nuestro presupuesto con un precio totalmente exagerado por la visa (casi 50 mil pesos cada uno), aunque retirando la visa el mismo día en la tarde. La otra opción era retirarla tres días después pagando 30 mil, pero ya no aguantábamos más con el ruidoso y desordenado Bangkok.

Luego de esto fuimos a ver un Buda de casi 40 metros acostado dentro de un templo, junto con los templos que le rodeaban. Bonito aunque no tanto porque los Tailandeses, al igual que los chinos, tienen la costumbre de restaurar las cosas periódicamente y con materiales nuevos, por lo que a alguien como yo que le gustan la historia y las ruinas, estos templos son un poco aburridos.


Después, hicimos otra caminata y visitamos un mercado muy barato en donde la Maca se volvió loca comprando lápices. Ella es una mañosa y sólo le gustan los lápices negros a tinta, en la que ésta fluya bien pero se seque rápido. Es tan mañosa que en Chile es capaz de recorrer todo Santiago para ir hasta la librería de arquitectura, que queda en el centro, único lugar donde según ella venden el lápiz perfecto para su refinamiento (a casi 2.000 cada lápiz). Pues bien, en este mercadito encontró unos lápices que satisfacían todas sus mañas y costaban sólo 150 pesos. Compró 20 y no compró más porque a la vendedora no lo quedaban.

Después de esto volvimos a la embajada a buscar nuestras visas. Pero el taco de Bangkok era tan terrible que si el viaje de ida tomo 20 minutos, el de vuelta tomó casi una hora y media, y para cuando llegamos la embajada ya estaba cerrada. Por suerte para nosotros, Pipe y la Fran que andaban en lo mismo pero viendo otras cosas, alcanzaron a llegar a tiempo y retirar nuestros pasaportes.

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