Cuando se visita el sudeste asiático hay que tener mucho cuidado con las estafas. Éstas pueden ir desde lo más sutil (y a veces inevitable) a lo más complicado. Por ejemplo el pasaje de bus que vale 100 te lo venden a 200, o lo que en internet parecía ser una hermosa habitación por la que ya pagaste muy buen precio, termina siendo una pocilga en la que a los ratones les da asco entrar de tanta cucaracha.
Pero hasta la fecha nosotros habíamos sido cuidadosos, muy cuidadosos, y habíamos logrado mantenernos lejos de las estafas con una serie de medidas, entre ellas: nunca confiar en las agencias de turismo y hacer todo por nuestra cuenta en buses o trenes públicos; siempre regatear (lo que sea) hasta encontrar el precio justo; no escuchar a nadie que te vaya a buscar a algún bus o barco apenas te bajes sin importar lo que ofrezca; no arrendar nada por adelantado sin haberlo visto en persona; tener siempre ubicado en el mapa hacia donde vamos para que los taxistas no den vueltas inútiles.
Pero siempre hay una primera vez y nos tocó a nosotros. Pues caímos en la tentación de, en lugar de ir hasta el terminal de buses, arreglar un pasaje a Bangkok en una agencia de turismo en Aonang (ciudad cercana a Tonsai) y en esa agencia lograron vernos la cara.
Primero, por el precio. Lo negociamos mucho rato (y estoy seguro que nadie en ese bus de extranjeros pagaba menos) pero fue mayor al que se consigue en el terminal público.
Segundo, nos dijeron que sería un solo bus que nos pasaría a buscar, y perdimos casi tres horas en un bus enfermo de rasca recogiendo pasajeros.
Tercero, porque nos dijeron que justamente no pararíamos todo el tiempo a recoger pasajeros, cuestión que resultó ser falsa.
Cuarto, porque nos insistieron en que iríamos en el “Super Mega Vip Golden Bus” con asientos 100% reclinables, cuando la verdad es que las sillas de mi colegio se reclinaban más que esto.
Pero en fin, la Maca que es malita para alegar les puso un reto del que se deben estar acordando todavía, y no tuvimos más que asumir el viaje nocturno a Bangkok en este incomodo bus.
De más está decir que no dormimos casi nada.
la ruta de la caca, la ruta de la estafa... brigido. al menos nosotras podemos escondernos la plata en el sosten.
ResponderEliminartrini