Bus Cama
El camino desde Xiamen hasta nuestro siguiente destino: Macau, estuvo lleno de incidentes molestos. Permítaseme la lata de hacer una cronología para trasmitirles parte del tedio que esto significó.
1:00 A.M: A las 11:30 había logrado quedarme dormido cuando la “azafata” del bus se largó a gritar como demente para que nos bajáramos. Había un control policial, y esta cosa chica de voz chillona, nos gritaba en chino para que nos bajásemos rápido. Fuimos los últimos en bajar del bus, lo que aumentó su enojo. Para peor, el control policial era sólo para los chinos, así que la despertada y los gritos fueron en vano. Por cierto, fuimos los últimos en subir al bus.
6:00 A.M: Sin haber podido dormir por culpa de la “azafata” que caminaba y me pasaba a llevar un pié cada vez que osaba quedarme dormido, llegamos al terminal de Shenzhen. Como todo se veía muerto y apagado decidimos esperar un rato.
7:00 A.M: Salgo en misión exploratoria para descubrir que estábamos en la frontera misma con Hong Kong, y que por lo tanto podríamos cruzarla caminando. Vuelvo donde la Maca para ir a buscar las mochilas.
8:30 A.M: Empezamos a caminar hacia la frontera.
9:00 A.M: Llegamos a hacer la cola del lado chino de la frontera.
10:00 A.M: Terminamos al fin de hacer las colas y pasamos a Hong Kong. Nos subimos al Metro.
10:40 A.M: después de varios cambios de línea y subidas de escalera (todo esto sin haber dormido, sin desayuno y con mochilas de 20 kilos en la espalda) llegamos al terminal marítimo de Hong Kong y compramos pasajesen ferry a Macau. El barco sale en una hora más.
11:40: Luego de un breve desayuno, y tras pasar por la aduana y las colas nuevamente, nos subimos al barco ultrarápido que nos lleva a Macau.
12:00: Llegada a Macau, empezamos a hacer la cola de la aduana.
2:00 P.M: Tras una insoportable cola de casi dos horas (con sueño y mochilas en la espalada, recuerden) terminamos de hacer la cola.
2:30 P.M: Llega en taxi al terminal Catarina (nuestra principal razón para haber ido a Macau). Ella es una portuguesa de Macau que conocimos en Gaobei, y que se ofreció a alojarnos en su casa. Al llegar la llamamos y se ofreció amablemente a irnos a buscar en su brake de almuerzo (ella es periodista y trabaja en la televisión de Macau)
3:00 P.M: Tras la agotadora jornada nos instalamos en la casa de Catarina.
Después de una pequeña siesta salimos a recorrer Macau, una ex colonia portuguesa muy extraña. Es un lugar muy pequeño, pequeñísimo diría yo, donde además de los chinos, viven grandes comunidades de indios, filipinos y portugueses. La arquitectura e portuguesa y todos los letreros están en portugués y chino, a pesar de que el 99% de la población no tiene idea de portugués. Además, la ciudad es conocida por ser “Las Vegas del este”. Acá los millonarios chinos y japoneses gastan sus fortunas en los enormes y extravagantes casinos. Tras el recorrido entonces, nos juntamos con Catarina para salir.
Primero fuimos a un restaurant chino con dos amigos portugueses de ella: uno era enfermero en el hospital, y el otro era quizás el guitarrista de fado más famoso de Portugal. El fado es la música tradicional de Portugal, es muy triste y suena como una mezcla entre música flamenca y tango. El guitarrista en cuestión se llama Paulo y compone y toca las canciones de una superestrella del fado llamada Katia. Luego de comer (una comida excelente, hay que decirlo) nos fuimos a un barcito portugués. Allí, por dos horas nos sentimos en Lisboa. Tanto la decoración, como la comida y las bebidas eran portuguesas. Toda la concurrencia era también portuguesa, y se saludaban alegremente cuando entraban al restaurant, cuestión nada extraña pues el número de portugueses viviendo en Macau no pasa de 3000. En esa atmósfera el dueño del restaurant (que estaba sentado en un rincón tomando oporto) le pidió al guitarrista que tocara algunas canciones. Él sacó entonces su guitarra portuguesa (que es muy especial porque es de cuerpo redondo, y diez cuerdas en cinco pares) y se puso a cantar los clásicos de Portugal. Todo el bar coreaba menos nosotros, pero la experiencia fue muy especial. Después de un rato, y con ayuda de las letras que Catarina me mostraba en su celular, yo mismo canté una canción dedicada a Lisboa. Al final, el guitarrista incluso nos tocó algo de Violeta Parra y Victor Jara, que fuimos capaces de cantar hasta donde la memoria nos daba.
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